Fragged Empire (XIII): Un Trato es un Trato

La Tripulación de la Tartarus

  • Murdo Morrison: Piloto corporativo y antiguo contrabandista
  • James T. Jinx: Bribón kaltorano, hombre para todo
  • Thanatos Verpila: Mercenario legionario sin demasiados escrúpulos
  • Kahta: Científica Nephilim, experta en ingeniería, medicina y biotecnología
  • Jagh: Asesino Nephilim de casta híbrida, dotado de potencial psiónico
  • Thillian Kryll: Francotirador corporativo, antiguo compañero de Thanatos

La Leviatán se desplazaba a velocidad de salto, surcando la ola de la misteriosa energía Ley que permitía los viajes interestelares. No estaba cruzando realmente el espacio físico, sino que recorría el interior del agujero de gusano que sus motores de salto habían horadado. Ni los más brillantes científicos de la actualidad comprendían exactamente los principios y leyes en los que se fundamentaba aquel método de viaje FTL: era tecnología heredada de los Arcontes, quienes a su vez la heredaron de sus creadores humanos. Después de la Gran Guerra, era prácticamente un milagro que las razas de Haven hubieran sido capaces de aprovecharla y darle uso; podía ser replicada, pero la ingeniería inversa que les permitiría comprenderla o incluso mejorarla tardaría años, quizá décadas en producirse. Muchos eran los exploradores y buscadores de fortuna que exploraban los restos del imperio devastado en busca de las claves de esa tecnología perdida, de las maravillas del pasado, de la Piedra de Rosetta que les daría una riqueza y poder inimaginables.

Mientras Murdo y Jagh se encargaban del puente de la nave viviente, Kahta se afanaba en la enfermería de la Tartarus para reparar los daños internos que habían estado a punto de matar a Thanatos. El enorme legionario había recibido el impacto directo de una granada de esporas, y sólo X’ion sabía cómo podía seguir con vida. La Nephilim llevaba ya varias horas de intervención, y era la primera vez que realizaba una a un miembro de aquella especie. Su metabolismo era fascinante, sin duda, y se le habían ocurrido mil maneras de mejorarlo, o al menos de modificarlo. Sería un experimento fascinante, pero se limitó a regenerar el tejido consumido y a detener las hemorragias internas. De todos sus compañeros, era el que más trabajo le daba con diferencia. Pero lo que realmente le ocupaba la mente eran las maravillas de la ingeniería genética que había presenciado a bordo de la Leviatán. La munición viviente especialmente. Era un método perverso de hacer la guerra, al menos para quienes les importaran tales consideraciones éticas y morales. Lo que era indudable era su extrema efectividad. Mientras aplicaba biogel a los órganos internos del legionario, ya estaba visualizando esquemáticas en su mente. No podía esperar a incorporar lo que había aprendido a los cañones de la Tartarus.

Jinx también había pasado por las competentes manos de Kahta. No había resultado herido de tanta gravedad, sin embargo, y en aquellos momentos el kaltorano ya se encontraba junto a Kryll recorriendo las partes de la nave viviente que aún no habían podido registrar. Habían firmado un contrato para recuperar la nave de una pieza, pero desde la óptica kaltorana, todo lo que no estuviera clavado al suelo era botín. De esta manera pudieron cargar en la bodega de la Tartarus varias cajas de material biológico y de armas biotech. Y también hicieron un descubrimiento que le provocó varias y mareantes oleadas de recuerdos raciales: la Leviatán transportaba varias bombas de fusión lo bastante poderosas como para devastar un pequeño planetoide. Jinx sabía muy bien quienes habrían sido sus objetivos durante la Guerra, y que la nave las había estado a punto de disparar contra la estación de Makor. La mayoría estaban muertas, pero dos de ellas seguían armadas y funcionales. Un impacto directo en aquella sección de la nave y…

Unas horas después, la Leviatán salió del agujero de gusano en las coordenadas del encuentro con Milo, en una estación industrial apartada de toda ruta comercial, entre Edén y Mishpacha. Nada más salir al espacio normal, los sensores de proximidad de la gran nave les advirtieron de la presencia de dos grandes fragatas corporativas sobre el punto de entrega, manteniendo al parecer una estricta vigilancia sobre el lugar. Al momento las consolas avisaron de una llamada entrante.

Nave Nephilim, les habla la fragata Hellsing. Identifíquese e indique el motivo de su visita.

Hellsing, aquí Leviatán -respondió Murdo-. Dígale a su jefe Milo que la tripulación de la Tartarus tiene un paquete para él.

Recibido, Leviatán. Tienen permiso para atracar. El señor Milo les está esperando en tierra.

Mientras Murdo procedía con las maniobras de atraque, el resto cargaron la Tartarus con el botín, incluidas las dos bombas de fusión. Aquello fue decidido tras un debate tenso pero breve, en el que todos estuvieron de acuerdo en una sola cosa: ni de coña le iban a entregar aquellas armas a Milo y a los amos que sujetaban sus correas en aquella ocasión. Hecho eso, la tripulación se dirigió a las esclusas de aire. En ese momento, a través de sus enlaces neurales, sintieron la reticencia de Leviatán. La gran nave-bestia acababa de recuperar una tripulación, y no le hacía gracia que todos ellos la abandonaran tan rápido. Curiosamente no parecía desconfiar… era más bien que no quería quedarse sola. Kahta se prestó voluntaria a permanecer a bordo, enlazada con Leviatán. Seguiría la conversación con MIlo a través de sus comunicadores.

Jinx, Murdo, Thanatos y Kryll descendieron a la vieja y decadente estación espacial. Un grupo de seguratas Legionarios les escoltó a través de escaleras metálicas y pasarelas hasta una zona de oficinas. En el más grande de los despachos estaba Milo, tan untuoso y pagado de sí mismo como en su anterior encuentro. Sonreía de oreja a oreja, de nuevo como un tiburón, mientras contemplaba extasiado la imagen de Leviatán que aparecía en una gran holopantalla. La codicia literalmente refulgía en sus ojos.

Lo habéis logrado. ¡Lo habéis logrado de verdad! Oh, pero qué belleza… Esto me va a asegurar el ascenso, os lo digo yo. Nuestros científicos la desmontarán de arriba abajo, no tardarán en descubrir qué es lo que le hace cosquillas. ¡De esta salgo nombrado vicepresidente de la División Armamentística!

Milo parecía totalmente ajeno a las miradas que se iban intercambiando los compañeros ante sus palabras. El corp sacó un maletín de debajo de la mesa, lo abrió delante de ellos y les mostró el contenido. Rebosaba de créditos corporativos, distribuidos en fajos.

Aquí está vuestro dinero. 600.000 créditos limpios de polvo y paja. Vamos, contadlo. Yo lo haría. 

En ese momento Milo levantó la mirada.

¿Eh? ¿Qué es eso que veo en tus ojos, Morrison? ¿Ética? No. Me. Jodas. Por eso nunca prosperaste en la Corporación, tío. ¿Quieres un consejo? Líbrate de ella. Te hace más falta la pasta. Además, ¿cómo vas a pagar a tus hombres si no?

Murdo no tuvo tiempo a decir que no eran sus hombres; la cara de pocos amigos de sus tres camaradas lo dejó suficientemente claro.

¿Qué va a pasar con la nave?

¿Tú qué crees? Ese bicho tiene muchos secretos que revelar, y se los vamos a arrancar todos uno por uno. Va a ser la mayor vivisección de la historia. Nuestros batas blancas tienen mucho trabajo por delante, pero están deseosos de iniciar las pruebas. De todos modos, ¿a vosotros qué coño os importa? Firmasteis un contrato, muy suculento debo añadir, ¡una puta extorsión! Vuestro trabajo estaba muy claro, y lo habéis cumplido bien. Coged la pasta y largaos.

Al otro lado del comunicador, Kahta podía sentir las oleadas de miedo e ira que provenían de la nave viviente.

[Esto propició un considerable debate entre los jugadores. Algunos eran partidarios de hacer eso mismo, mientras que otros empezaron a considerar seriamente la idea de renegar de su acuerdo y llevarse a la Leviatán. La segunda opción presentaba serios problemas: no solo dejarían de cobrar lo prometido (Recursos) a pesar de haber sudado sangre para realizar el trabajo, sino que sabían perfectamente que no disponían de los medios necesarios (Influencia) para mantener una nave del tamaño de la Leviatán. Pero de alguna manera la idea de entregar la nave les parecía turbia. A pesar de que la nave casi les devora y les digiere, le habían cogido una especie de cariño, y la idea de enviarla al matadero les sentaba como un tiro.]

Milo, viendo las dudas que embargaban a sus interlocutores, intervino con la voz cargada de inocencia:

Por cierto, ¿qué ha sido esa fiestecita que os habéis montado en Makor? Ha salido en todos los holovids de noticias de Haven. ¿Esa es vuestra idea de discreción? Si fuera un bastardo sin escrúpulos, renegociaría ahora mismo los términos de nuestro acuerdo. Pero en fin, soy un hombre de palabra. Un trato es un trato. ¿No?

[Después de llegar a un acuerdo, los jugadores optaron por intentar convencer a Milo de que entrara en la Leviatán y viera el interior con sus propios ojos, en un intento de persuadirle de que le interesaba más conservar a la nave con vida.]

Tendrás tu nave, Milo, pero antes deberías verla por dentro. Vas a destruir algo irremplazable, algo que te dará unos beneficios muy superiores si lo preservas en lugar de hacer que tus carniceros la despedacen. Acompáñanos y tú mismo verás que es cierto.

Jinx conocía a los corps, y sabía que lo único que había oído Milo era blablabla beneficios superiores.  Pero por lo general eso bastaba, y su capacidad de leer a las personas no le defraudó tampoco en aquella ocasión. El trajeado se puso en pie, flanqueado por sus mercenarios, y dijo:

Vamos a ver cuales son esas maravillas de las que habláis.

Por supuesto, Leviatán Lo había oído todo. Le lanzó un mensaje empático a Kahta, imposible de malinterpretar. Si ese corporativo que pretendía asesinarla ponía un pie en su interior, le destruiría. Kahta estuvo a punto de accionar su comunicador para advertir a sus compañeros, pero en el último momento, miró friamente la imagen de Milo en la pantalla, y no dijo nada.

El grupo, seguido por Milo y sus hombres, llegó ante la puerta de la esclusa de la Leviatán, pero en cuanto se abrieron las puertas, Thanatos se interpuso entre Milo y sus mercenarios.

Vosotros os quedáis aquí. Vuestro jefe entrará sólo.

Los compañeros del Legionario le miraron sorprendido. ¿Por donde salía ahora? Nunca llegaron a saber si había intuido la reacción hostil de la nave viviente y trataba de proteger a sus congéneres, o si aquello era su versión de una sutil encerrona, pero Milo reaccionó como un gato al que le echan agua hirviendo por encima. Sus ojos se endurecieron y la ira asomó a ellos.

¿Esas tenemos? ¿¡Os creéis que me chupo el dedo o qué!? Y yo pensando que trataba con profesionales, joder. Mirad, tengo a dos fragatas ahí arriba y a un remolcador preparado y esperando.  El trato es justo y generoso, y lo sabéis. He sido más que paciente, pero se acabaron las chorradas, ¿de acuerdo? Aclaraos de una puta vez. Entregad la nave, llevaos la pasta, y aquí paz y después gloria. Os mantengo en la lista de activos, nuestra pequeña asociación permanece abierta para el futuro y salimos de aquí todos tan contentos. O podéis ser idiotas perdidos y a ver qué pasa. Tenéis una hora para decidir. Después cerraré el maletín y daré vuestra parte del contrato por incumplida. 

Sus pasos y los de sus gorilas alejándose resonaron en los oídos de los compañeros mientras subían a bordo para debatir el asunto. Y era todo un dilema. Si entregaban la nave, los desconocidos jefes de Milo ganarían una nave de guerra muy poderosa, con tecnología olvidada que podría poner a la Corporación años por delante del resto de razas del sistema, con armas capaces de destruir planetas, y además, la vieja nave seguía siendo un ser vivo y pensante. Incluso Thanatos opinaba que un guerrero no merecía un final así. Por otro lado, si se negaban a entregarla, posiblemente tendrían que hacer frente a dos fragatas bien armadas con la Leviatán tocada por su anterior combate con la Nueve Vidas, y aunque sobrevivieran, se quedarían sin la pasta. Jamás podrían conservar la Leviatán, y podían dar por hecho que Milo se aseguraría de cargarles con la reputación de ser un grupo con quien no se puede trabajar por romper los contratos. No volverían a encontrar trabajo en Haven jamás.

También sabían que, en condiciones normales, Leviatán no se dejaría matar sin luchar. Kahta, aún en contacto neural con la nave, se dirigió directamente a ella.

¿Qué es lo que deseas tú, Leviatán? 

Todos sintieron la respuesta.

Volar. Volar libre. Pero si mi capitán me ordena dormir, dormiré. 

La decisión, pues, les correspondía sólo a ellos. El intercambio fue únicamente de miradas, pero la unanimidad fue absoluta. Murdo se sentó por última vez en la silla del capitán, y muy a desgana, dijo:

Leviatán, te habla tu capitán. Funciones vitales al mínimo. Duerme, Leviatán, duérmete y sueña. 

Al instante, todas las luces interiores empezaron a apagarse una por una, las consolas empezaron a desconectarse, y la presencia mental de la vieja nave en su mente empezó a amortiguarse y a desvanecerse, como si se estuviera hundiendo en las profundidades del mar de Kadash. Su última proyección, un mero eco, fue una pregunta.

¿Despertaré?

Una hora más tarde, un maletín cambiaba de manos, y la Tartarus se alejaba de la desvencijada estación a máximo impulso. Sus tripulantes se repetían que no habían tenido una verdadera elección, pero lo que cada uno pensaba en realidad se lo guardó para sí. Abajo, en su despacho, Milo contemplaba su as en la manga, una grabación holográfica que mostraba a la enorme nave Nephilim atacando la colonia civil de Makor y a una heroica nave solitaria de diseño corp que protegía la estación y obligaba al gran monstruo a huir al espacio, así como un segundo holovid que mostraba a Murdo y los suyos bajando de la Leviatán. Al terminar la reproducción, el dedo de Milo se desplazó dubitativamente varias veces entre la tecla de borrar y la de guardar. Finalmente pulsó una y cerró la pantalla con una sonrisa deslumbrante.

Antes de abrir un portal de salto, los tripulantes de la Tartarus enviaron un informe a sus jefes en la sombra del Conglomerado Ares, detallando todo lo sucedido. Quizá ellos montaran un operativo para rescatar a Leviatán, teniendo en cuenta la valiosa información que aún podía guardar en las profundidades de sus bancos de memoria.

La respuesta tardó unas horas en cruzar el sistema hasta su posición. El rostro atractivo pero ceñudo de Claire Weston apareció en la holopantalla.

Buen trabajo, Tartarus. Al parecer no me equivoqué al depositar mis expectativas en vuestras habilidades. Era inconcebible pensar que hallaríais una pista de las balizas inmediatamente tras vuestra… contratación. –En los ojos de la mujer parecía asomarse algo indefinido. ¿Alivio, tal vez?-. Estoy peinando el sistema en busca de los mejores astrónomos y cartógrafos estelares, y os sugiero que hagáis lo mismo. Mis hombres me han asegurado que, se encuentre donde se encuentre esa baliza, no está en Haven. Esa configuración estelar podría hallarse en cualquier rincón del sistema Habrixis, o incluso más allá. En cuanto a la nave Nephilim, intentaré mover algunos hilos, pero no está en mis manos intervenir. No podemos permitirnos llamar atenciones indebidas sobre el Proyecto Pórtico. Este canal permanecerá cerrado hasta nuevo aviso. No respondáis a ninguna llamada de Ares que no provenga personalmente de mi, repito, ninguna llamada que no sea mía. De nuevo, buen trabajo, Tartarus. Weston fuera.

Una pregunta quedaba en el aire, aunque nadie la formuló en voz alta. ¿Porqué Leviatán había accedido a dormirse, sabiendo que le esperaba la muerte? Su programación genética no incluía obedecer a su capitán de forma suicida. Quizá había confiado en que su tripulación no la traicionaría.  O… o quizá había algo más. Sentado en su camarote, Murdo se dirigió a su pequeño terminal de ordenador.

Ordenador, inicia simulación. Parámetros: Leviatán, contra fragata Hellsing y fragata no identificada. Premisa: combate total. Ejecutar.

Resultado computado. ¿Mostrar? S/N/C

Esperando comando de usuario.

Con una extraña sensación en el pecho, el corp introdujo el comando.

S. Intro.

D.M.A.: 93%. Victoria Corp: 4%. Victoria Leviatán/Huida: 2%. Otros: 1%. Margen de Error: 0.89735%

¿Recalcular? S/N/C

Mierda -musitó Murdo entre dientes-. Mierda.

N. Intro.

Ordenador. Borrar escenario. Ejecutar.

Las estrellas rielaron y se alargaron hasta lo imposible cuando la Tartarus pasó a velocidad de salto y desapareció como un borrón fugaz entre las estrellas, con rumbo a lo desconocido.

[Así acabó el «episodio piloto» de nuestra campaña de Fragged Empire, un juego que dejó muy buen sabor de boca a todo el grupo. La aventura sirvió muy bien como introducción al sistema, y nos permitió catar un poco todos y cada uno de los puntos principales de las reglas, desde el combate interpersonal al combate entre naves, las mecánicas de Recursos e Influencia, los Puntos de  Tiempo Libre, la customización de personajes a través de rasgos, etc. La cuadrilla de la Tartarus sigue viviendo aventuras en nuestra mesa de juego, y espero que a no mucho tardar, cuando haya material suficiente, tenga nuevos relatos que compartir con vosotros por aquí.  Entre tanto, ¡larga vida y prosperidad!]

13 comentarios en “Fragged Empire (XIII): Un Trato es un Trato”

  1. Ha sido interesante ir leyéndote estas entradas mientras en paralelo iba jugando durante estas semanas,e sta misma aventura, pero con ciertas variaciones para encajar en mi propia campaña.
    Me quedo con ganas de leer las aventuras que hayan tenido después.

    Por cierto ¿qué tal la nueva temporada de Alasia? ¿sabremos pronto algo de ella? 😀

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    1. Pues sería interesante comparar como se desarrolló la aventura con tu grupo…

      Sobre Alasia, supongo que sí, a no mucho tardar veremos nuevas Crónicas por aquí. El ritmo dependerá de la frecuencia con la que vayamos pudiendo jugar, eso sí.

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      1. En primer lugar, cambie un poco la configuración de la aventura. La nave está en el cinturón del comercio, sí, pero la base civil también. Que estuviera en órbita alrededor de Alabaster me pareció absurdo por varias razones. Principalmente, que el tiempo de salto entre el Cinturón y Alabaster es de varios días, que no encaja para nada con la descripción de la tensión de la aventura, y que Alabaster está lleno de naves Corp y es poco creíble que pudieran tener un enfrentamiento con la Nueve vidas sin intervención de otras fuerzas Corp.
        Así pues la base civil es una base minera ubicada en un asteroide del cinturón, a una distancia de varias horas con propulsión normal.
        También cambié la relación de Nathaniel con el grupo. No encajaba para nada su trasfondo de venganza con los PJs, así que lo moví a Milo: es de él de quién quiere vengarse.

        Te comento por escenas:
        – En Mondo Babilon negociaron con las fuerzas de seguridad y lograron aclarar la situación sin liarse a tiros. Lo que fue bastante milagroso, teniendo en cuenta que el nephilim del grupo quería zampar legionario.

        – Una vez en la Leviathan, su explroación fue «todo pa’lante». Es decir, que entraron y fueron derechos a la zona de camarotes, pero no miraron en ellos. Entonces vieron luces de los druides de nathaniel por el pasillo de entrada, pero prefirieron seguir adelante y ocultarse de ellos. Siguieron rectos por «el comedor» hasta el hábitat dónde se enfrentaron a los parásitos.

        – Luego siguieron a la sala del reactor, dónde se enfrentaron a un grupo de droides de Nathaniel que estaban estudiando como reactivar el reactor. Allí el Nephilim despertó sin querer a la nave al acceder a uno de los orbes. El Nephilim trató de negociar con la nave, pero sus dotes sociales eran tan pésimas que no logró convencer a la nave de nada, ni siqueira de que no eran una amenaza para ella. Quisieron descansar allí, pero la radiación empezó a freír a dos de los PJs (la Corp y la Twi-Faren).

        – Salieron al siguiente pasillo y echaron un ojo a la sala de bio-armas que hay al norte. Allí se tuvieron que enfrentar a una primera horda de bioarmas que les dejó bastante tocados. Sobrevivieron gracias al escudo de fuerza portátil que lleva la twi-Faren y con la que bloquearon la puerta.

        – Tras ese combate, mandaron al Palantor (que posee una piel-armadura de invisibilidad) a explorar la «jungla» al norte. Estaban demasiaod tocados para seguir avanzando «a lo loco». Viendo que había «servidores», decidieron no probar a ir por ahí. Empezaron a ir hacia el sur y llegaron al hangar, pero ahí decidieron volver hacia su nave. Sin embargo al llegar a la puerta del reactor, al abrir la puerta se encontraron de frente otra horda de bio-armas. Mi idea era empujarles hacia el estómago, pero consiguieron aguantar. Hubo una escena bastante épica en la que la Twi-Faren desplezó su campo de fuerza por encima de la horda y el Nephilim lo usó para pasar por encima de ellos a la sala del reactor, para volver a conectarse a la nave y convencerla de que dejara de atacarles. Afortunadamente sus compañeros dieron cuenta de la horda y el Nephilim logró convencer a la nave que, ya que se estaba alimentando de los cadáveres de las bio-armas, les dejara en paz. Básicamente, negoció con la nave ofreciéndole los suministros de su propia nave (la «Tranquility», en guiño a Firefly) y que ellos se convertirían en los nuevos miembros de su tripulación (al menos todos salvo el Palantor). Sin embargo, no consiguió convencer a la nave de que se volviera contra su capitán y por tanto, que no tratara de cumplir la misión de destruir la base minera.

        – Tras eso el palantor volvió a la Tranquility para darles los suministros de comida a los servidores y, de paso, para recargar munición. También envió una señal de aviso a la base minera, diciendo lo que se les venía encima, pero dada su pésima tirada, la gente de la base minera creyó que era algún tipo de truco de piratas y se negaron a abandonarla. Mientras los otros miembros de la tripulación se habían conectado a diversos tentáculos de la Nave. Allí desde allí recibieron un ultimatum por parte de Nathaniel: o le daban la Leviathan o la volaba con ellos dentro. Lograron negociar con él algo de tiempo para poder descactivar la nave y salir vivos (media hora). En paralelo, el capitán ya estaba despierto. Aquí hubo un giro inesperado de los acontecimientos, porque el Corp convenció a Leviathan de que el Capitán era débil y que debía ser retado: sólo el organismo más fuerte debía liderar la Leviathan. Con una tirada de 21 logró convencer a la nave de que comunicara al capitán que había sido desafiado, así como que prometiera que no intervendría en el combate.

        – El capitán empezó mandado una horda de sus secuaces para debilitar a los PJ. Lograron derrotarla y avanzaron rápidamente hacia el puente de mando. Sin embargo, al llegar al habitat, sufrieron una emboscada: los secuaces estaban ocultos tras árboles y vegetación, mientras que el capitán les atacaba desde el norte. El Nephilim se enfrentó al capitán y debido a su armadura tremendamente alta, el capitán tuvo que huir usando el sistema circulatorio (su recortada no podía penetrar al Nephilim salvo en caso de una super tirada).

        – Siguieron avanzando y justo cuando salían de la sala del reactor a toda velocidad, sufrieron otra emboscada: el capitán, desde la zona del sistema circulatorio les tiró una de sus granada. Les dejó hechos mierda, con la Twi-Far y el Nephilim sangrando, los drones del Corp destruidos y el Corp y el palantor tocados. Además, los secuaces del capitán salieron desde detrás de los PJ, desde las salas de armamento al norte y sur del reactor, para atacar a los PJ por la espalda. El capitán volvió a escapar en cuanto se vio acorralado por el Nephilim (es que es un nephilim híbrido y es una jodida bestia parda). A duras penas lograron dar cuenta de los secuaces, mientras se retiraban hacia el puente de mando. Como la puerta estaba bloqueada tuvieron que hackearla en una escena muy tensa, empleando las reglas de ayuda para abrirla entre varios. Y menos mal: un turno o dos más y habrían sucumbido ante los secuaces.

        – Una vez en el puente de mando, la Corp se conectó al sillón del capitán. Entre tanto el capitán había vuelto con nuevos refuerzos desde el hangar y estaba tratando de abrir la puerta al puente de mando. Pero en una tirada tremendamente buena (6 6 5 para un total de 16) de la Corp en Biotech, logró anular la programación de los secuaces, para que se volvieran contra el propio capitán. Entre tanto se les había acabado el tiempo con Nathaniel, pero lograron convencerle, con grabaciones de las hordas de secuaces, de que necesitaban un poco más de tiempo.

        – El capitán estuvo a punto de palmar ante el acoso de los Pjs y los secuaces, que ahora controlaba la Corp, pero quemó su punto de destino para escapar con vida. Viendo que no podía acabar con los PJs, escapó hacia las bombas de hidrógeno, para volar a la Leviathan y que no cayera «en manos enemigas». Aquí los acontecimientos fueron bastante cómicos: la Corp sacó una tirada tan mala, al intentar cambiar los códigos genéticos de seguridad de las armas nucleares, que activó la cuenta atrás de una de ellas sin querer. Mientras, el capitán, que no sabía nada de esto, fue finalmente derrotado en un último enfrentamiento frente a la puerta de la sección de armas nucleares.

        – Y así están ahora. Piensan soltar la bomba en el cinturón de forma inofensiva (aún están lejos de la base civil) y a punto de enrfentarse en combate espacial a la Nueve Vidas.

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      2. Qué grande la pifia con las bombas… A ver qué hacen los míos con ellas, que miedo me dan XDD. En mi partida las pasaron bastante canutas con el capitán y sus refuerzos. Y sí, la aventura tiene ese fallo de diseño de la colonia, la distancia no tiene sentido tal como está escrita. Yo lo que hice fue hacer que la duración del trance mental fuera de horas, y que salieran de él llegando ya a la colonia. Sobre Nathaniel, Murdo en su historial tenía ya algo sobre un socio anterior llamado Sark, así que lo aproveché para atar esa historia y hacer que fuera Nathaniel. Así la cosa era más personal, y me da pie a ganchos para futuras aventuras.

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      3. Sí, es que fue una tirada desastrosa, tipo 1 1 y 2, sin tener destino para volver a tirarla. De todas formas, lograron destruir al capitán antes de que la cuenta atrás llegara a ser peligrosa… aún así, sudaron bastante.
        Sí, me gusta cómo reciclaste a Nathaniel en tu caso. Me hubiera gustado hacer algo así con mi grupo, pero en fin, no encajaba del todo y bueno, lo cierto es que ya tienen muchas tramas propias. De todas forma si Nathaniel sobrevive, se convertirá en un competidor muy interesante.

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  2. Muy chula, gracias. Me ha encantado seguir las andanzas de los tripulantes de la Tartarus. Ahora me quedo con ganas de más, De seguir descubriendo con vosotros vuestro universo Fragged

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    1. Muchas gracias, me alegro que te haya gustado. A medida que tenga más material jugado iré colgando más aventuras de este grupito, porque está claro que tienen una facilidad innata para meterse en líos que les superan.

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  3. La verdad es que me ha encantado.
    Con dos bombas como esas…La verdad es que a mi me asustaría estar tan cerca de ellas, trataría de usarlas lo más pronto posible en una zona moralmente ética (como aceptar un encargo twi far para lanzarselas a las hordas oni, o de los palantor contra mekanoides, cosas así).
    Espero que pronto cuelgues más aventuras y, por si alguien quiere más fragged en su vida, recordar que antes de ayer lanzaron un kickstarter para publicar fragged aeternum y, fragged kingdom.

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    1. ¡Me alegro un montón que te haya gustado la crónica! Yo tampoco dormiría tranquilo con eso en la nave, la verdad, y mis jugadores han tenido varios debates sobre qué hacer con las bombas… ¡espero poder contaros qué hicieron al final con ellas a no mucho tardar!

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  4. Buenas!
    HE estado leyendo y disfrutando mucho tu blog, realmente ha sido un gran descubrimiento para mi, te estoy agradecido por haberme dado nuevas ganas de jugar al rol, a ver si logro hacerme un grupo aquí en Zaragoza.
    Felicidades por los relatos de estas sesiones de rol, me han parecido geniales, las he devorado como un libro, espero poder leer alguna mas, te animo a que continues.
    Otra cosa, no me he enterado del final del relato, ¿la simulación indicaba que Leviatán habría ganado? no me aclara el porqué se dejó poner en descanso otra vez.

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    1. ¡Saludos! Me alegro un montón de que hayas reavivado tu interés por el rol a cuenta de mi pequeño blog. Me consta que en Zaragoza hay una gran afición, y varios clubs de rol, seguro que no te cuesta encontrar gente con quien jugar.

      En cuanto al final del relato, la simulación indicaba un 93% de Destrucción Mutua Asegurada, y tan sólo un 2% de victoria clara para la Leviatán, por lo que Murdo dedujo que Leviatán se había dejado entregar, sacrificándose para salvar a su tripulación. Fue un final agridulce pero espectacular para una aventura que disfrutamos todos un montón.

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      1. Vaya, que buena partida, ¡se siente desde aquí! jaja
        Por temas personales no puedo quedar para jugar al rol, ya volverá la afición…
        De momento relatos como este hacen que vuele mi imaginación, disfruten

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      2. En breve empezaré a escribir las nuevas andanzas de mis jugadores por las tierras de Alasia, así que habrá más relatos a no mucho tardar. Y mientras, las primeras crónicas de Alasia las puedes descargar en varios formatos. ¡Espero que te gusten como las de Fragged!

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