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Acosado (Crónicas del Druida de Hierro 1), de Kevin Hearne

Debo confesar que, en materia de fantasía urbana, mis gustos quizá se hayan quedado más bien clásicos. El panorama actual que nos ofrece este subgénero no me resulta demasiado atractivo, especialmente desde que Stephenie Meyer perpetrara la saga Crepúsculo provocando un aluvión de imitaciones etiquetadas como “romance paranormal”. Como buen amante de la mitología, la fantasía urbana que me gusta es la que hacían (¡y hacen!) gente como Charles de Lint, Terri Windling o Emma Bull, los verdaderos creadores del género, o aquellos de sus continuadores que han sabido plasmar de la misma manera la resonancia mítica de las leyendas y el folklore en el que se basan, como el infalible Neil Gaiman (cuyo monumental American Gods tengo que reseñar más pronto que tarde). Y por supuesto no se puede hablar de fantasía urbana en la actualidad sin mencionar a Harry Dresden, del que me declaro fan (a pesar de sus inicios un tanto bruscos) gracias a su acertada mezcla de mitología y aventura “pulp-noir”.

Por todo ello, cuando tuve noticia de una nueva saga centrada alrededor de una de mis mitologías preferidas, la celta, y protagonizada por un druida inmortal con más 2000 años a sus espaldas, y que encima era comparado en todos los medios con el mago detective de Jim Butcher, salté a hacerme con ella a la primera oportunidad. Es decir, tenía todos los elementos para gustarme, ¿no? Parecía escrita justo para mí, ¿verdad?

Pues sí… y no.

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Acosado, primer volumen de las Crónicas del Druida de Hierro (Timun Mas, 2011), se encarga de presentarnos al protagonista de la saga, Atticus O’Sullivan. Se trata de un héroe a primera vista cortado por el mismo patrón que Dresden, capaz de emplear la magia y el sarcasmo por igual, pero las diferencias se hacen notar en seguida. Oculto bajo la apariencia de un veinteañero, Atticus regenta una librería ocultista en Tempe, Arizona, pero su apariencia mundana oculta su verdadera identidad como Siodhachan Ó Suileabháin, druida irlandés de 2100 años de edad, capaz de usar el poder de la tierra para hacer magia y propietario (legítimo o no) de una espada mágica de gran poder, Fragarach, La Que Responde. Sus días de paz y tranquilidad terminan de repente cuando el anterior poseedor de la espada, el dios celta Aenghus Óg, decide recuperar lo que es suyo. Atticus deberá usar todo su poder y los trucos acumulados a lo largo de los siglos, así como reunir a una plétora de aliados para sobrevivir a la ira del dios que le ha obligado a vivir escondido durante 2 milenios.

Como ya he mencionado antes, la premisa no me podría resultar más interesante. Sin embargo, para mí Kevin Hearne no logra acertar del todo en la ejecución. Para empezar, la personalidad de Atticus resulta completamente inverosímil y superficial. El libro está narrado en primera persona, desde su propia perspectiva, y en todo momento Atticus demuestra que no sólo tiene la apariencia de un chaval de 21 años, sino también su manera de hablar y de pensar, afectado snark adolescente incluído. En ningún momento te crees que estás leyendo los pensamientos de un hombre que ha vivido y acumulado experiencias durante dos milenios, por mucho que el narrador te diga lo contrario. Hearne hace algún intento de racionalizar esto, pero no resulta demasiado convincente. Al contrario que Dresden, además, Atticus empieza sus aventuras siendo ya un tipo muy duro mágicamente hablando, capaz de enfrentarse a amenazas místicas de enorme calibre ya de buenas a primeras. Si bien esto es hasta cierto punto lógico, Hearne cae para mi gusto en la trampa del protagonista Mary Sue (o en este caso, Marty Stu): héroe idealizado, demasiado perfecto, que lo hace todo bien, tan capaz intelectual como físicamente, sin defectos destacables y capaz de enamorar sin siquiera intentarlo a todas las féminas que se cruzan en su camino (diosas o no). Demasiada alucinancia y atractividad para mi gusto.

El elenco de personajes secundarios de la novela es funcional pero poco memorable salvo algunas excepciones: Oberon, el perro parlante de Atticus, es la mascota por excelencia, entrañable, fiel y achuchable, y cae bien al lector desde el primer momento, pero igual que ocurre con su dueño, su personalidad no encaja para nada, no es nada perruna. Granuaile, la camarera pelirroja que esconde un misterio y se convierte en discípula del druida, es uno de los secundarios más interesantes, a pesar del leve aroma a fanservice que desprende. Y mejor no hablar de la señora MacDonagh, cúmulo horrible de estereotipos irlandeses que reacciona ante eventos increíbles como ningún ser humano normal (léase cuerdo) haría. El humor que desprende el texto es gracioso, sí… quizá demasiado. Se nota forzado, como si el autor estuviera constantemente guiñándote el ojo y diciendo “¿lo pillas, lo pillas?”. Abundan las alusiones al mundillo “friki”, algo que normalmente me hace bastante gracia, pero en este caso son tan blatantes y poco sutiles que de nuevo da la impresión que el autor se está esforzando demasiado. La estructura narrativa, además, adolece de una cierta repetitividad en su desarrollo. Estos defectos no sustraen gran cosa a la experiencia de lectura, pero se van notando conforme pasan las páginas.

Otro aspecto negativo de la narración que ha pesado más en mí (y esto es totalmente subjetivo, siendo la mayor causa de mi decepción) es el uso de la mitología que hace Hearne en la novela, carente de toda profundidad y de lo que podríamos llamar resonancia mítica. Los dioses y figuras legendarias irlandesas actúan como eje central de la historia, y ciertamente es una mitología lo bastante rica y compleja como para sustentar ese peso, pero Hearne no se conforma con eso y añade tantos mitos y leyendas dispares como le es posible, cayendo de lleno en los tópicos más trillados de la fantasía urbana actual: vampiros y hombres-lobo (¡como no!), brujas eslavas, dioses nórdicos y nativos americanos… En este caso, demasiados sabores distintos estropean el guiso. Este tratamiento banal de la mitología, ese desaprovechamiento de lo que podría haber sido, es la mayor pega que le pongo a la novela, sobre todo después de leer lo que otros autores como Gaiman son capaces de hacer con esos mismos materiales. Probablemente esperaba demasiado, sí.

Y a pesar de todo, me he divertido leyéndolo. Se trata de una entretenida aventura de acción que te hace pasar una página tras otra para ver que ocurre después. Se agradece el espíritu de Serie B que rodea a la novela, y que sea lo bastante honesta como para no presentarse como la Gran Novela Fantástica. El sentido del humor no siempre da resultado, pero de vez en cuando tiene golpes de efecto buenísimos. Además, hay que tener presente que se trata no solo del primer libro de una saga, sino de la primera novela de su autor. En los siguientes libros, ya introducido el personaje y su entorno, espero ver crecer a Atticus y conocer más detalles de esa larga vida… en definitiva, que se cumplan las expectativas que Hearne ha creado hacia un personaje potencialmente muy carismático.

Posiblemente, esta reseña suene más negativa de lo que es en realidad. No es un mal libro, y mucho menos teniendo en cuenta su condición de opera prima, pero no es perfecto; ciertamente el estilo de Hearne necesita maduración. Como título introductorio de una saga, Acosado tenía por delante la difícil tarea de introducir un universo nuevo y sus reglas de juego, de dar a conocer a su protagonista y al mundo que le rodea, y ese objetivo lo logra sobradamente. Se trata de un debut que enganchará sin duda a la mayoría de sus lectores, pese a que a mi me haya decepcionado ligeramente. Posiblemente, futuros volúmenes nos mostrarán en mayor medida los defectos y debilidades de Atticus, su crecimiento y evolución como personaje, sin abandonar la emoción, la aventura y la diversión que ha imperado en éste. Si juega bien sus cartas, si es capaz de encontrar un camino propio y mejorar en calidad y originalidad, Hearne podría tener en sus manos una saga popular y duradera capaz de mirar cara a cara al gigante bajo cuya sombra se halla ahora mismo, el Dresden de Jim Butcher.

Al leer obras como Acosado, la sensación que me queda es la de estar ante la literatura pulp de nuestros días, y no lo digo despectivamente. Es la clase de lectura de entretenimiento que cumple con su cometido a la perfección, una aventura de acción entretenida, divertida y sin más pretensiones que la de hacerte pasar un buen rato. Puede ser el equivalente literario al fast-food, pero de vez en cuando a todos nos apetece una buena hamburguesa. En cambio, si lo que buscais es resonancia mitológica de verdad, no lo dudeis: leed American Gods.

Lo Mejor:

Lectura rápida, ágil y amena

Aventura de acción entretenida, sincera y sin pretensiones

Algunos golpes de efecto humorísticos

Protagonista carismático

Divertida introducción a la mitología celta

 

Lo Peor:

Superficial y sin resonancia mítica

Desaprovecha una mitología apasionante

Personalidades poco convincentes

Humor algo forzado

Vampiros otra vez… Hombres Lobo otra vez… Yawn.

 

Valoración: 2.5 de 5