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Mitología del País Vasco (I): Euskadi, Hogar de los Gentiles

Las tierras de Euskadi siempre han estado envueltas en un cierto halo de leyenda y misterio. Tanto su geografía, dominada por valles umbríos, bosques brumosos y montes escarpados, como su historia marcada por un relativo aislamiento, han contribuido a crear ese aura de lugar anclado a tiempos remotos, donde perviven lenguas, tradiciones y mitos ancestrales. Lo cierto es que el País Vasco es depositario de un hondo acervo cultural que ha pervivido hasta nuestros días de distintas maneras, un sustrato mitológico fascinante que hunde sus raíces en la noche de los tiempos. Restos e indicios de la antigua religión de los primeros vascos son todavía visibles en muchas de las leyendas, tradiciones y costumbres de Euskadi, y aunque desvirtuados por el paso del tiempo, la llegada del cristianismo y la carencia de un corpus mitológico-literario que ayudara a su preservación, muchos de estos elementos se han ido filtrando y han pasado a formar parte de la imaginación popular sin apenas ser advertidos. En esta serie de entradas intentaré desgranar de manera muy breve los aspectos centrales de esta fascinante mitología.

lauburu

El Lauburu, signo por excelencia de la cultura euskara, de origen pre-cristiano y relacionado con otros motivos como el triskelion celta

Mucho de lo que conocemos en la actualidad de la religión y el folklore de la actual Euskal Herría se lo debemos al antropólogo, arqueólogo y sacerdote José Miguel de Barandiarán (1889-1991), uno de sus más grandes estudiosos y divulgadores y responsable de numerosas y comprensivas investigaciones sobre el tema. Uno de sus discípulos, Julio Caro Baroja (1914-1995), también dedicó una parte de su extensa obra a la historia y cultura de los vascos, así como una intensa labor de investigación sobre el fenómeno de la brujería, muy significativo en el País Vasco. Si algo demuestran sus obras es que la mitología vasca, a pesar de su falta de figuras heroicas nacionales, panteones de dioses al estilo griego o nórdico, de una “grandeza” épica y belicista, o de su desconexión evidente con los troncos míticos comunes al mundo indoeuropeo, no es una mitología pobre o carente de poder, sino todo lo contrario. Los mitos de Euskadi son una reliquia de un inmenso valor cultural, un patrimonio riquísimo que se remonta al neolítico y que nos permite atisbar como pocos otros la manera de pensar, imaginar y hallar respuestas de todo un pueblo, conservado en el ámbar de la tradición oral.

Orígenes Míticos

Dice la tradición que antes de que los primeros ancestros de los Vascos poblaran los valles y montañas de Euskadi, una raza prehumana ya habitaba aquellas tierras. Se trataba de los Gentiles, o Jentilak, a menudo descritos como gigantes de fuerza inhumana a quienes se les atribuye la creación de dólmenes, cuevas y todo tipo de construcciones megalíticas. Comparables quizá con los Jötunn escandinavos o los Riesen germánicos, los Gentiles convivirían con los primeros vascos como moradores pacíficos de los lugares más remotos, como demuestran toponímicos como Jentileo, Jentilzulo, la cueva de Jentiletxe o el pico de Jentilbaratza. Su papel en la mitología es doble. Por una parte, los Gentiles (trabajadores incansables y buenos vecinos) servían como modelo de comportamiento individual y social. Por otra parte, su fuerza y tamaño eran la respuesta que daba la imaginación popular a los grandes monumentos del pasado y a la formación de rasgos geográficos como peñas, colinas, cuevas y ríos.

Jentilak

Los Jentilak. Ilustración de Daniel Castello, del libro «Euskal Herriko Mitologia: Jentilen Aztarnen Atzetik» (Tras las Huellas de los Gentiles) 

Como sucede con otras razas legendarias y personajes mágicos de otras culturas, los Gentiles fueron menguando con el paso del tiempo, desapareciendo por completo con la llegada de un Cristianismo que no les dejaba lugar en el mundo. No todos ellos se marcharon, sin embargo, pues dicen los viejos que el único de los Gentiles que aceptó a Cristo permaneció en el mundo de los hombres, visitándolos en el día del nacimiento del Señor para compartir la buena nueva mediante dones y regalos. Se trata de Olentzero, el particular “Papá Noel” vestido de carbonero del País Vasco.

Recientemente, Juan Inazio Hartsuaga, en su libro Mitología Vasca Comparada: El Fin de los Gentiles, ha establecido interesantes conexiones culturales entre el País Vasco y la Irlanda céltica y pre-céltica a través de la mitología, y en particular del mito de los Gentiles y el del pueblo de Partholón en el Lebor Gábala Érenn, el Libro de las Conquistas de Irlanda. También es interesante comentar el nombre dado a esta raza de gigantes precristianos: la denominación de Gentiles (a menudo también llamados Moros) denota una clara intención de establecer sin lugar a dudas su condición pagana.

Pico Jentilbaratza

El Pico de Jentilbaratza, uno de los lugares relacionados con estos gigantes legendarios. 

La llegada del ser humano a los parajes de Euskadi también se recoge en diversas leyendas que narran el origen mítico del pueblo vasco. Así, desde por lo menos el siglo XV se ha venido apuntando la idea de que los vascos son los descendientes de Túbal, hijo de Jafet y nieto de Noé, y que de él se derivan los usos y costumbres particulares de la región, no contaminados por la caída del hombre. De esta manera, se pretendía explicar el supuesto hecho diferencial vasco. El tubalismo precede y fundamenta en cierta manera al vascoiberismo, la teoría que apunta a que el euskera és fundamentalmente el resultado de la evolución de una lengua íbera, ya que la leyenda de Túbal como padre de los vascos también figura como primer rey de España (es decir, de los íberos) en obras como la Historia General de España (1601) del padre jesuita Juan de Mariana. Los estudios en esta dirección, sin embargo, han ido quedado obsoletos a lo largo del siglo XX, y hoy en día son pocos los que aún defienden tales tesis.

Otro origen mítico de los éuskaros se puede encontrar en la leyenda de Aitor el Patriarca. Se cuenta que Aitor llegó del este con sus siete hijos, y repartió los territorios entre ellos, dando origen así a los siete herrialdes y a las siete tribus originales del País Vasco. Sin embargo, y a pesar de que ha calado a un cierto nivel popular, la leyenda de Aitor no es un verdadero mito, sino uno fabricado en pleno siglo XIX. El escritor vascofrancés Augustin Chaho (1811-1858), precursor del nacionalismo vasco, interpretó la expresión aitonen semeak (literalmente “hijos de buenos padres”) como hijos de Aitor, derivando el nombre de aita (“padre”) y on (“buen”), creando así tanto nombre como personaje. Chaho escribió La Leyenda de Aitor, obra en francés publicada en 1845, y tras su traducción al castellano, la “leyenda” fue popularizada por Francisco Navarro Villoslada en su novela Amaya o los Vascos en el Siglo VIII (1878). Por lo tanto, Aitor es un personaje inexistente en la mitología vasca, pero que ha pasado a formar parte de la cultura popular de Euskadi. Posiblemente, esta necesidad de crear un patriarca fundador se debe a la carencia de figuras heróicas individuales que demuestra el conjunto de la mitología vasca, y quizá de desconectar las raíces del pueblo vasco de cualquier descendencia hebrea.

Dejando el mito y entrando en el terreno de la historia, poco se sabe del Euskadi anterior al siglo IX. Es en esa época en la que aparecen las primeras referencias escritas al Señorío de Vizcaya, cuyo origen también está envuelto en leyendas. Según la Crónica de Siete Casas de Vizcaya y Castilla, escrita por Lope García de Salazar en 1454, una princesa escocesa llegó huyendo de su ambicioso hermano hasta las costas de Vizcaya. Allí, en la aldea de Mundaka, un espíritu demoníaco se le apareció en sueños y la fecundó. El hijo fruto de dicha unión fue un varón alto, fuerte y apuesto al que apodaron Jaun Zuría (“el Señor Blanco”). Jaun Zuría, según la leyenda, no fue otro que Lope Fortún (820-909), el primer y semi-legendario Señor de Vizcaya. No es mucho lo que sabemos de esta figura a caballo entre la historia y el mito, supuesto creador del régimen foral vasco. Según la versión de García de Salazar, Jaun Zuría fue elegido por los vizcaínos bajo el árbol de Gernika para conducirles a la victoria contra los astur-leoneses en la mítica batalla de Arrigorriaga, o en la de Padura según otras fuentes. De nuevo nos encontramos con un origen fabuloso, que inviste de mito la formación del que sería durante mucho tiempo uno de los centros del poder político y militar del Euskadi medieval. De nuevo, nos encontramos con una conexión con el mundo celta en la figura de la princesa escocesa que dio a luz a Jaun Zuría. Recordemos que en el contexto medieval, escocés era el término general para referirse a los irlandeses.

Jaun Zuria

«Jura de un Señor de Vizcaya o Jaun Zuria jurando defender la independencia de Bizkaia» (1882) de Anselmo Guinea. Casa de Juntas de Gernika.

Con este dato cierro la primera entrada sobre la mitología del País Vasco. En futuras entradas de esta serie hablaré de la antigua religión pre-cristiana de los primeros éuskaros, del fenómeno de la brujería en el País Vasco, y de los distintos seres fabulosos que poblaban sus bosques y montañas.

Hasta entonces… ¡saludos!