Fragged Empire: (IX) La Gran Evasión

Anteriormente, en Fragged Empire…

[Kathryn Krieger, agente operativa de CURE]: Tenemos agentes supresores suficientes para toda la población. No destruirá el virus, pero lo ralentizará mientras damos con la cura. 

[Voz en off de Jinx]: Por un precio.

[Primer plano de Sarah Hex hablando al grupo]: Necesito vuestra ayuda. Mi gente va a morir. Necesito que robéis esa cura. Esta es una estación kaltorana. No es robar si de verdad lo necesitas.

[Primer plano de Jinx]: Tenemos un plan.

[Thanatos a Sarunas]: ¿Nos ayudarás, entonces?

[Sarunas]: Con una condición. Si lo hago, tendréis que sacarme de aquí.

[Tiroteo en la plataforma de aterrizaje de CURE. Krieger abatida.]

[La lanzadera de CURE despegando hacia Ganímedes con el grupo a bordo]

La Tripulación de la Tartarus 

Murdo Morrison: Piloto corporativo y antiguo contrabandista

James T. Jinx: Bribón kaltorano, hombre para todo

Thanatos Verpila: Mercenario legionario sin demasiados escrúpulos

Kahta: Científica Nephilim, experta en ingeniería, medicina y biotecnología

Kahta: Científica Nephilim, experta en ingeniería, medicina y biotecnología

Jagh: Asesino Nephilim de casta híbrida, dotado de potencial psiónico

Sarunas: Comando legionario, antiguo empleado de CURE

Ningún torpedo de iones volatilizó la pequeña lanzadera, ni ninguna salva de láseres de pulsos la hizo estallar en su trayecto desde el asteroide hasta la estación orbital Ganímedes. Las dos enormes fragatas de guerra de diseño legionario que la custodiaban como un cancerbero de dos cabezas le hicieron caso omiso. A los mandos, Murdo dirigió la nave hacia un hangar secundario, cuyas puertas se abrieron para recibir a una más de las muchas lanzaderas que transportaban material y personal. El plan estaba funcionando.

Mientras bajaban de la lanzadera y aseguraban todo su equipo, repasaron brevemente la siguiente fase. Necesitaban averiguar las coordenadas del UC donde CURE estaba elaborando tanto el virus con el que habían infectado a la población de 101B, como su remedio. Y después debían recuperar la Tartarus, pues necesitaban sus motores de salto para llegar hasta allí. 

CURE ha tomado la estación entera -dijo Sarunas, con total conocimiento de causa-. Si montamos un tiroteo aquí, no lo contaremos.

Mientras, Murdo y Kahta trabajaban juntos para puentear un bioscanner claramente visible que había sido instalado en la puerta de salida del hangar. Si lo cruzaban, les detectaría como infectados y pondrían a toda la estación en alerta. No les costó demasiado acceder al cableado interior y pinzar el alimentador principal. 

Estaban rematando el trabajo y preparándose para salir, cuando las puertas se abrieron y entró un grupo de personal de CURE con monos de mecánico. Les echaron un vistazo, intrigados.

¿Qué estáis haciendo? Se suponía que este hangar iba a estar vacío para el mantenimiento.

Murdo salió al paso, haciendo gala de la labia de los corps. 

Cambio de planes. Ya sabes como es Krieger. Estoy deseando quitarme todo esto de encima de una vez, pero ella insiste en que vayamos armados siempre, ahí abajo. Nunca se sabe como va a reaccionar esa gente.

Es un coñazo de tía, ya te digo. Al menos despejad rápido, que nosotros también tenemos trabajo que hacer.

Jinx, que había logrado pasar desapercibido entre los dos enormes legionarios, fue el primero en abandonar el hangar, y mientras lo hacía, su fino oído kaltorano captó la conversación que los mecánicos de CURE reemprendieron mientras se marchaban, y tomó buena nota mental. 

¿Ese transporte de presos modificado? Está con las abrazaderas puestas, en el hangar principal. Tengo ganas de echarle un vistazo a las tripas, parece que le han hecho cosas interesantes por dentro… La empresa le va a dar buen uso.

Uno a uno, sus compañeros le siguieron y accedieron al nivel principal de la estación. Era difícil ser discreto con la particular composición de su pequeño escuadrón, sin embargo. En una intersección, un empleado de bata blanca salió de repente de una de las puertas hidráulicas, y se les quedó mirando fijamente.

¿Cual es la situación en la colonia? Un momento… ¿Os conozco? ¿Y qué coño hace ese kaltorano aquí?

Un montón de armas encañonándole fue toda la respuesta que recibió. 

Necesitamos acceso a la información restringida -dijo Kahta.

El vargarti levantó las manos en alto.

El Jefe de Seguridad Brandon… ha ocupado el despacho principal… 

Muchas gracias -dijo Thanatos, justo antes de noquearle de un masivo puñetazo.

Tras ocultar al inconsciente empleado, Murdo buscó un terminal para descargar un plano de la estación a su unidad personal. Trazando la ruta más directa, lograron llegar hasta el despacho en cuestión. Cuando entraron, encontraron a un corp de cabello corto y rubio, sentado tras una mesa de oficina, tecleando en su ordenador. Levantó la mirada al verles.

¿Mercenarios? Joder, Krieger. ¿Tan mal está la cosa? Es una blanda. Si me hubieran puesto a mí al mando, esto estaría arreglado hace tiempo. Me gusta como chillan esas cerdas kaltoranas cuando… 

En ese momento vio a Jinx, y el color abandonó su rostro. Intentó llevar la mano hasta el arma que llevaba al cinto, pero el kaltorano fue más rápido. La bala autopropulsada, a todos los efectos un misil miniaturizado, atravesó el pecho del hombre, el respaldo de su butaca y dejó un agujero en la pared que tenía detrás. El bribón kaltorano se sacudió de hombros.

Por fortuna, habían pillado al Jefe de Seguridad con su sesión de trabajo abierta; ni siquiera les hizo falta piratear su terminal para descargar la localización del UC. Parecía estar ubicado en algún punto del Sector 1 del cinturón de Liberty. También hallaron contraseñas y los códigos de seguridad que les permitirían atracar en el lugar.

Ahora solo quedaba la parte más difícil.

Llegar hasta el hangar principal no fue complicado. Murdo se coló en los sistemas informáticos, y provocó una distracción que hizo que el personal militarizado fuertemente armado y blindado abandonara el hangar, momento en el que el equipo accedió al lugar. 

Ahí estaba la Tartarus, en perfecto estado y preparada para volar… salvo por el par de enormes abrazaderas de amarre a las que estaba sujeta. Un rápido vistazo por parte de los técnicos del equipo les confirmó lo que estaban sospechando: se habían asegurado bien de que el pájaro no pudiera volar libre. Era imposible liberar la nave de las abrazaderas de manera discreta. Probablemente, en cuanto estas se abrieran, toda la estación sería alertada de ello. Tocaba salir corriendo.

Murdo subió a bordo y empezó a calentar los motores, mientras Jinx y Kahta se encargaban cada uno de una de las abrazaderas. Y efectivamente, en cuanto estas se soltaron con un fuerte siseo hidráulico, y se replegaron sobre sí mismas, el alarido de las alarmas y las luces rojas parpadeantes despertaron a la estación dormida. 

¡ACCESO NO AUTORIZADO EN HANGAR PRINCIPAL! ¡BLOQUEO DE SEGURIDAD ACTIVADO!

Las grandes puertas del hangar, que habían dejado abiertas, empezaron a cerrarse ominosamente. Jinx y Kahta subieron a la Tartarus corriendo mientras Murdo ya empezaba a maniobrar para cambiar su orientación. Los propulsores traseros se pusieron en marcha y la nave cruzó el estrecho resquicio justo a tiempo. 

La Tartarus salió al espacio a toda velocidad, pero las fragatas de guerra ya estaban virando para apuntarla con sus armas. Un mensaje entrante empezó a sonar en el puente de mando.

Fragata Halcyon al habla. Están abandonando un área restringida bajo cuarentena, en violación de los acuerdos del sistema Haven, Apaguen los motores inmediatamente o prepárense a ser destruidos.

Otra voz distinta, transmitida desde la otra fragata, sonó en respuesta.

Negativo, Halcyon. Fuego a discreción.

La primera nave desplegó una batería de cañones balísticos y mientras remataba su giro, abrió fuego. La Tartarus evitó la primera salva, pero allí no había asteroides tras los que esconderse ni ningún tipo de fenómeno espacial que su piloto pudiera aprovechar en su favor. 

¡Kahta! Tenemos que…

Salir de aquí. Ya, ya me lo sé -respondió la Nephilim, mientras iniciaba los colectores de energía Ley y empezaba a introducir las coordenadas de salto. 

Pero las cosas estaban a punto de empeorar. Jinx pudo comprobar en las consolas tácticas que la propia estación Ganímedes estaba intentando fijarles como blanco. Si lo lograba, en unos segundos inundaría el espacio de misiles. 

La Tartarus esquivó parcialmente una segunda andanada de la Halcyon. Los escudos absorbieron algunos de los disparos, y ademas, la maniobra evasiva la dejó expuesta a la segunda fragata, la Royal. En su vientre se abrió una bocana, y de ella surgieron tres torpedos que volaron hacia la nave a una velocidad pasmosa. A los mandos de las torretas, Thanatos logró destruir dos de ellos, pero el tercero se estrelló contra los escudos de la Tartarus, los atravesó e impactó de lleno contra el casco. 

En ese instante, la Tartarus se conmocionó de arriba abajo. Una fuerte sacudida casi les derriba a todos de sus puestos de combate. Recuperándose con rapidez, Jinx comprobó el nivel de daños y vió, atónito, que el casco apeñas había sido penetrado. Entonces, ¿qué demonios…?

Murdo vio como los indicadores del panel de control empezaban a enloquecer, y por los exabruptos de Kahta, otro tanto le estaba sucediendo a ella. Era como si los sistemas de la Tartarus estuvieran descalibrándose de forma aleatoria y… 

¡Nos están pirateando! -gritó, al entender súbitamente lo que pasaba. Aquel proyectil no estaba pensado para dañar el casco, sino como portador de un virus informático con el que infectar los servidores de la nave y destruirla desde dentro.

[En términos de reglas, este efecto imponía a la Tartarus el equivalente a 1d3 efectos de abordaje, que no se podían combatir de la manera habitual sino a través de la habilidad de Programación.]

¡Jinx, te transfiero el mando! -dijo Murdo, mientras corría al ordenador principal para intentar levantar   a toda prisa un cortafuegos antes de que el troyano afectara a algunos de los sistemas críticos como el soporte vital o el núcleo del reactor.

El kaltorano no tenía entrenamiento como piloto, y solo conocía el manejo más básico de las astronaves. Con un poco de suerte, los recuerdos de su abuelo, que había luchado en la Gran Guerra, le ayudarían. Las salvas de la Halcyon seguían lloviendo a su alrededor, y la Royal se estaba encarando para soltar una nueva andanada de torpedos troyanos. 

En ese momento, Sarunas dijo:

Em, gente…

Una oleada de misiles buscadores salió disparada desde una docena de puertos de la estación Ganímedes. Todos llevaban en sus circuitos la firma energética de los motores de la Tartarus. Las cabezas explosivas trazaron espirales en el espacio, dirigidas infaliblemente hacia su objetivo.

6 comentarios en “Fragged Empire: (IX) La Gran Evasión”

  1. ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de los traficantes de esclavos!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de los alienígenas que te abdujeron!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de la secta de ninfómanas!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de la boda gitana!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de la isla desierta donde naufragaste!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de la selva donde te estrellaste!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar de los videojuegos!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar del ministerio donde fuiste a hacer aquel trámite!
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    ¡Estás vivo! ¡Conseguiste escapar del Laberinto del Chinotauro!
    (este es para los fans de Humor Amarillo)

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    1. Los rumores de mi muerte fueron enormemente exagerados (creo). Pero los problemas personales y la carga de trabajo me han «matado» bastante en cuanto a frecuencia de publicación, efectivamente. But I’m getting better!

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