Fragged Empire 2: (VII) Mala Medicina

Anteriormente, en Fragged Empire…

[La dañada Tartarus aterrizando en la estación Ganímedes, sobre el asteroide 101B]
[Una sección del hangar explotando violentamente]
[Sara Hex]: …aquí no sabemos lo que es un trabajo sencillo.
[Una horda de Nephilim asesinos lanzándose al ataque]
[Cadáveres de Nephilim vestidos de mecánicos en el suelo]
[voz en off de Jagh]: Su comportamiento estaba… alterado…
[Kahta al médico kaltorano]: La explosión de la plataforma ha propagado el virus… Estamos todos infectados.
La Tripulación de la Tartarus 
Murdo Morrison: Piloto corporativo y antiguo contrabandista
James T. Jinx: Bribón kaltorano, hombre para todo
Thanatos Verpila: Mercenario legionario sin demasiados escrúpulos
Kahta: Científica Nephilim, experta en ingeniería, medicina y biotecnología
Jagh: Asesino Nephilim de casta híbrida, dotado de potencial psiónico


Aviso de Prioridad 1. La Estación 101B queda bajo cuarentena con efecto inmediato. El tráfico civil entre el asteroide y Ganímedes queda suspendido hasta nuevo aviso. Mantened la calma y dirigíos de manera ordenada a las instalaciones médicas.  

La voz de Sarah Hex se retransmitió por todos los rincones de la pequeña estación minera, alertando a toda su población. Los análisis médicos posteriores habían confirmado los resultados preliminares de la investigación de Kahta. El incidente del hangar había propagado un virus de origen desconocido y enorme capacidad de contagio a lo largo y ancho de 101B. Estaban todos infectados, del primero al último. Y eso incluía a la tripulación de la Tartarus.

Tras el aviso de Kahta, se habían reunido en el laboratorio para decidir qué iban a hacer. La Nephilim realizó análisis de sangre a todos sus compañeros, aunque sabía de antemano cual iba a ser el resultado. Estaban allí cuando entró Sarah Hex.

Ganímedes ha confirmado la infección. No sabían que ya la habíamos detectado desde aquí. Nos han impuesto la cuarentena, y han contratado a un par de fragatas mercenarias para asegurar que se cumpla. También han alertado a todas las colonias cercanas… Si esto sale de aquí, podría propagarse por todo Haven. –Se volvió hacia Kahta y Camden-. ¿Cómo es de grave?

Mortal –dijo Kahta-. Las pruebas indican que el virus tiene la capacidad de permanecer latente durante un tiempo prolongado, días, quizá semanas. Pero cuando despierta, ataca al organismo de manera fulminante.

¿Y de donde diablos ha salido?

Si ese virus o lo que sea tarda en manifestarse, quizá esos Nephilim ya estaban infectados cuando llegaron a la estación, ¿no? –dijo Jinx.

En ese caso, el virus no fue detectado por los bioescáneres de Ganímedes –respondió Sarah-. Pero no se me ocurre otra explicación.

¿Puedes encontrar una forma de neutralizarlo, Kahta? –preguntó Murdo.

Claro –respondió ella-. Pero en estas condiciones, con este equipo… tardaré semanas, o meses. El virus es el organismo unicelular más complejo que he visto hasta ahora, y he visto muchos. Me temo que, para cuando pudiera dar con ello, ya no nos reportará ningún beneficio.

Pues ponte a ello ya –resonó el vozarrón de Thanatos desde los comunicadores-. Lo vamos a necesitar.

El Legionario había regresado a las estancias donde había encerrado al Nephilim inconsciente a fin de interrogarle. Pero ante sí se encontraba tan sólo su cadáver, en un charco de su propia sangre vomitada y exudada por los poros.

Las siguiente 48 horas fueron tensas para todos. Kahta y el doctor Camden quedaron desbordados de trabajo, realizando pruebas a todos los habitantes de la estación y tratando de obtener más datos del extraño virus. Con cada nueva prueba, más convencida estaba Kahta de que no era una cepa natural. Aquello había sido diseñado ex profeso.

Thanatos se había unido al cuerpo de seguridad, mientras Jinx y Murdo ayudaban a Sarah Hex a intentar que la población mantuviera la calma, tarea más difícil a cada hora que pasaba. Aquella era una estación kaltorana, lo que significaba que era tanto un hogar como un puesto de trabajo. Familias enteras vivían en el asteroide, y aunque no se les había revelado toda la gravedad del asunto, aquello no hacía más que incrementar la paranoia. Aquello se estaba convirtiendo en un polvorín rápidamente, y los disturbios no tardarían en aparecer.

No habían pasado ni 24 horas estándar cuando la primera lanzadera despegó. El sonido de los motores atrajo a la gente al exterior, a tiempo para ver como una pequeña nave se elevaba desde las improvisadas plataformas de aterrizaje. La lanzadera se fue haciendo más pequeña a ojos vista, hasta que de repente, un fogonazo de plasma se estrelló contra ella y explotó, pulverizada por completo.

¡Era la lanzadera de Soren! –gritó alguien-. ¡Le he visto correr hacia los almacenes con su familia! ¡Los… los han abatido!

No había duda: la cuarentena se iba a mantener por cualquier medio necesario. Sin excepciones.

Pero unas horas más tarde, Sarah les reunió para darles buenas noticias.

Gente, parece que llega la caballería. Acabo de recibir un mensaje de Ganímedes. Inmediatamente tras detectar la infección, se pusieron en contacto con una organización, CURE.

Murdo había oído ese nombre antes. Jal Draxa le había hablado de ellos en Mishpacha, una empresa perteneciente al inmenso entramado de la Corporación. Se dedicaban a la tecnología médica de vanguardia. Al parecer, habían administrado vacunas y tratamiento farmacológico a buena parte del sistema. La cantidad de recursos que destinaban a la investigación médica en sus numerosos Ultracentros de Control les ponía en cabeza del sector, y era de las pocas empresas Corp que no tenían reputación de tiburones asesinos, ya que habían prevenido varios brotes y epidemias con un alto nivel de eficiencia.

Ya han enviado efectivos. Deberían llegar en unas horas.

Así fue. No mucho más tarde, varias pequeñas naves blancas aterrizaron en las improvisadas plataformas de aterrizaje. De ellas surgieron varios Legionarios bien armados, con armaduras blancas decoradas con el logo corporativo de CURE, seguidos por un nutrido grupo de Corps vestidos con trajes científicos. Thanatos frunció el ceño al ver a uno de los Legionarios. Sarunas. El viejo perro había cambiado de dueño.

A las órdenes de una mujer rubia con peinado de corte militar y un visor holográfico sobre el ojo derecho, los efectivos de CURE empezaron a descargar cajas de las naves y a apilarlas. La mujer rubia quiso saber quien dirigía la estación, y se apartó para hablar con Sarah Hex, flanqueada por Jinx y Murdo.

Mi nombre es Kathryn Krieger, y soy la agente al mando de esta operación. Vamos a necesitar plena cooperación para llevar a cabo esto de manera satisfactoria. Voy a serles sincera: esto pinta muy mal. Nuestras mejores mentes han estado trabajando en la muestra que recibimos. Nunca habían visto nada parecido. Creemos que se trata de una arma de destrucción masiva de X’ion. Nunca hemos tratado con nada tan avanzado.

Pero algún plan deben tener en mente, o no se habrían expuesto a un contagio para el que no tienen cura –dijo Murdo-.

Así es –respondió Krieger-. El más avanzado de nuestros UCs está trabajando en una cura, pero incluso nosotros tardaremos tiempo en poder diseñarla y producirla. Lo que sí hemos podido cocinar en un tiempo tan limitado es un agente supresor, que ya ha sido administrado a mi equipo. Tenemos suficientes agentes supresores para toda la población. No destruirá el virus, pero lo ralentizará mientras damos con la cura. En cuanto establezcamos un perímetro y un hospital de campaña, lo administraremos a todos los habitantes de 101B.

Por un precio –añadió Jinx, con un deje sarcástico en la voz.

¿Tiene idea del dinero que cuesta realizar un trabajo como este? ¿Los efectivos que se han puesto en movimiento en varios UCs para elaborar algo así en 48 horas? Nada nos gustaría más que poder ayudar de manera gratuita. Créame, CURE no es una organización con ánimo de lucro.

Hagan lo que tengan que hacer –dijo Sarah-. Pondré a varios de mis hombres a ayudarles a montar ese hospital.

Van a vender ese supresor –rezongó Jinx mientras se alejaban-. No me fío de ellos.

Tú no te fías de ningún Corp –respondió Murdo-.

Por eso sigo vivo.

Desgraciadamente, el tiempo dio la razón al kaltorano. El “módico precio” exigido por CURE era desorbitado para las familias mineras, y eso empezó a calentar los ánimos en la estación todavía más. Se empezaban a escuchar historias de gente dispuesta a vender todo lo que tenían para poder comprar el supresor. Otra lanzadera fue abatida intentando escapar de la cuarentena. Las únicas naves que podían viajar entre el asteroide y Ganímedes eran las naves de CURE. Muchos kaltoranos empezaban a congregarse en los hangares y en los pasadizos que hacían las veces de calles, exigiendo el agente supresor que no podían permitirse.

Y sus sospechas empeoraron cuando, desde el laboratorio, Kahta les dijo que, fuera quien fuera el autor del virus, no procedía de X’ion. Aquella bioescultura no se parecía en nada a los procedimientos que los Nephilim habían heredado de su creador.

Allí había gato encerrado.

Thanatos se puso en marcha. Se acercó al perímetro de CURE, ofreciéndose a ayudar a “controlar a la población si se desmandaba”. Lo que en realidad pretendía era encontrar al rostro que había conocido entre ellos, y lo consiguió. Sarunas vió su forma enorme incluso para un Legión, y se acercó de inmediato.

¡Verpila! Por los Arcontes, ¿¿¿sigues vivo???

Habían sido camaradas de regimiento. Al contrario que Thanatos, Sarunas era un comando, un soldado de asalto, entrenado para luchar en vanguardia y a distancias cortas. Aunque su armadura ahora fuera blanca y no roja, seguía llevando su fiel escopeta de dos cañones y su espada de sinteacero. Sus ciberimplantes musculares no eran visibles bajo la armadura, pero Thanatos sabía que estaban allí.

Si Sarunas era consciente de algún tipo de juego sucio por parte de CURE, sin embargo, no lo demostró. Era un tipo medio decente; Thanatos no creía que hubiera aceptado el trabajo de haber sabido de algo siniestro.

Por su parte, Murdo estuvo indagando sobre el propio asteroide, intentando averiguar si había algo en él que pudiera darle un valor superior al estimado hasta ahora; quizá aquello fuera un intento de hacerse con la roca de manera subrepticia. Pero sus pesquisas no dieron mucho fruto.

Jinx y Jagh, sin embargo, tuvieron más suerte. Sigilosamente, lograron colarse en el perímetro de CURE y acercarse lo bastante sin ser vistos como para interceptar una comunicación por radio entre Krieger y uno de sus superiores. Y lo que descubrieron era mucho peor de lo que habían imaginado.

Ganímedes sigue bajo nuestro control. La Halcyon y la Royale mantienen la cuarentena. Pronto empezarán a comprar en masa. Hemos estado pagando a varias familias para que ayuden a convencer al resto de que es la única solución. Para cuando les ofrezcamos la verdadera “cura”, harán lo que sea para hacerse con ella. Sí, obviamente, el UC es el mismo que diseñó el virus. Todo va sobre ruedas. Krieger fuera.

Jinx escupió al suelo. Piensa mal y acertarás, y más tratándose de esos malditos Corps.

Cuando el equipo se reunió para contarle a Sarah que el virus era obra de la propia CURE, esta golpeó la mesa de su despacho con fuerza. Luego recuperó la compostura. Se sentó, y les dijo:

Necesito vuestra ayuda. Mi gente va a morir. Necesito que robéis esa cura. Esta es una estación kaltorana, y se rige por las leyes kaltoranas. No es robar si de verdad lo necesitas.

4 comentarios en “Fragged Empire 2: (VII) Mala Medicina”

    1. Pobres Corps, no son malvados… solo son unos bastardos sin corazón y sin escrúpulos que no se detienen ante nada ni nadie para conseguir lucro y posición en su mundo hipercapitalista. Además, parafraseando a Jessica Rabbit, «no son malos, les han hecho así». XD

      ¡Feliz año!

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