LOS ESCUDOS DE PIEDRA
- Lomborth Barbazul, enano de las montañas discípulo de Dumathoin
- Tobruk, enano ex-esclavo convertido en furioso luchador
- Grugnir, enano bribón y astuto poco amigo de los compromisos
- Caellum, cerrajero enano que empieza a descubrir un misterioso don
- Sarthorn, veterano ballestero enano curtido en la Grieta del Trueno
Cosecha 15
Con el profundo agujero a sus espaldas, y el cerco de kobolds estrechándose en torno a ellos, los cinco enanos se miraron entre sí, sabiendo que había llegado la hora de reunirse con el Forjador de Almas. Uno de los kobolds gritó algo que sin duda era la orden de ataque, pero un sonido silbante surgió del bosque, y la orden se cortó en seco, cortada por un borbotón de sangre. Una larga flecha con las plumas verdes sobresalía de su garganta. Un segundo tañido siguió al primero, proviniente de otra dirección, y después otro, y otro más, y el caos se adueñó del círculo de kobolds. Soltando un grito de guerra al unísono, los Escudos de Piedra cargaron de nuevo.
Los kobolds, atrapados entre los arqueros del bosque y los cinco furiosos enanos, entraron en pánico. Los que no huyeron en desbandada fueron presa fácil de hachas, espadas y flechas. Cuando todo acabó, un alto arquero encapuchado salió de la espesura.
¿Me echábais de menos, enanos?
Se retiró la capucha hacia atrás, revelando el élfico rostro de Quarion, que sonreía de oreja a oreja. El elfo se había separado de ellos después de su encierro, para ir en busca de…
Otro arquero salió del bosque junto al elfo. Era un hombre joven y apuesto, que se apoyaba en un largo arco negro de Lindar. La reacción de Morayne no dejó dudas de su identidad. Se trataba de Jack Morden. Los dos jovenes correron a su mutuo encuentro, fundiéndose en un abrazo que pareció convertirles en uno solo. Mientras tanto, el resto de arqueros salió de la espesura, sonriendo ante tan feliz escena.
Tras el reencuentro de la pareja, Morden se acercó a los enanos, y se arrodilló ante ellos.
He contraído una deuda con vosotros que jamás podré saldar. Me habéis devuelto algo más valioso que mi propia vida. Siempre que lo necesitéis, podréis contar con Jack Morden y sus hombres del bosque. Si alguna vez los Escudos de Piedra necesitan guía y protección bajo las sombras de Wilwood, nuestros arcos estarán a vuestro servicio.
Morden les presentó a la pintoresca banda que se había unido a él durante su tiempo como proscrito. Su lugarteniente, un montaraz veterano y curtido de cabello entrecano y mirada penetrante, era Adam Bell. Thom el Largo era un enorme hombretón envuelto en una armadura de pieles de animales. El Padre Wat, que llevaba ballesta en lugar de arco y un hábito de fraile sobre su cota de mallas, era un clérigo errante de Uriel. Clym de los Valles era un trobador de rostro alegre, en marcado contraste con el último miembro de la banda, un bandido sarel de rostro torvo llamado Wynn Scathlock.
Juntos, proscritos y Escudos de Piedra se alejaron del lugar. Los enanos necesitaban descansar por encima de todo, y los hombres de Morden habían recorrido muchas millas sin reposo para reunirse con ellos. Con la última luz del día, montaron campamento en un lugar lo bastante alejado, y se rienderon al tan merecido reposo.
Cosecha 20
Las puertas de Nueva Alasia estaban ya a la vista, y había llegado el momento de que los Escudos de Piedra se despidieran de sus nuevos aliados. Durante el trayecto, que habían realizado evitando los caminos patrullados, Morden les había contado su parte de la historia:
Me consumía de rabia en las mazmorras del Barón. No por saberme inocente, ni porque probablemente iba a ser colgado en unos días… No podía soportar la idea de saber que Morayne estaba en manos de aquellos monstruos, de aquel brujo que de alguna manera había corrompido a la guardia de la ciudad y les tenía a su servicio. Tenía que salir de allí como fuera, y lo intenté, creedme que lo intenté, pero fue en vano. No había manera humana de salir de allí. Sin poder hacer más, recé a Herne para que me sacara de allí…. Y el Astado respondió a mis plegarias. Fue su ayuda lo que me permitió escapar de mi celda, pero para huir del castillo y de la ciudad sólo me tenía a mí mismo. Dos guardias descubrieron mi fuga y estuvieron a punto de deternerme… eran dos de los hombres del brujo, a quienes había visto aceptar sus órdenes. Confieso que no sentí ninguna lástima cuando me vi obligado a matarles.
La ciudad entera me buscaba, los soldados y los caballeros peinaban el cambo en mi busca, así que corrí, corrí al único lugar donde sabía que jamás me atraparían. Ardía en deseos de buscar al mago y rescatar a Morayne, pero no podía hacerlo solo, y mucho menos si me dejaba atrapar de nuevo. Dudaba mucho que Herne respondiera a mis oraciones una segunda vez. Estaba ya muy cerca de Wilwood cuando les ví. Un grupo de los bandidos de Vorlak. Era mi ocasión para averiguar donde habían llevado a Morayne, pero aunque sabía que acecharles hubiera sido una mejor idea, el odio se adueñó de mí. Eran ocho, y yo uno sólo, pero en aquel momento no me importó. Tenían que pagar lo que habían hecho. Mi puntería era mucho mejor que la suya, pero al final su número se impuso. Fui descuidado y me hirieron. Tuve que retirarme.
Pensé que no llegaría con vida a Wilwood, pero de alguna forma u otra lo logré. Y allí Herne el Cazador apareció ante mí. Vino encarnado en un hombre, un anciano que hablaba con la voz del dios. En Lindar siempre le habíamos conocido como el Ermitaño Loco, pero en aquellos momentos, el Astado habitaba en él, y me habló. Me había elegido, dijo. Se estaba librando una guerra entre los poderes de la luz y la oscuridad, y el Hijo de Herne tenía un papel que jugar en ella. Me llevó hasta su santuario, y me entregó esto –dijo el montaraz, posando su mano sobre el pomo de la espada que llevaba al cinto- para que cumpliera con mi destino. Os agradezco sinceramente que hayáis intentado limpiar mi nombre, pero mi lugar está en Wilwood. Herne me anunció que seguiría siendo un proscrito hasta que la oscuridad fuera desterrada de estas tierras, y que en Nueva Alasia sólo me aguardaba la muerte. La verdad es que no me importa; siento que es allí donde debo estar. No podemos saber cuantos miembros de la guardia sirven a Zuul, ni quien podría ser una de esas criaturas capaces de cambiar de forma. Wilwood es el único lugar seguro para mí. Mis hombres y yo seguiremos haciendo lo que hemos hecho siempre, defender a la gente humilde. Que sea de las bestias y monstruos que pueblan el bosque, o de los lacayos de un mago oscuro, no supone ninguna diferencia.
Al oir hablar del Ermitaño Loco, Lomborth no pudo evitar recordar el primer día que había salido de Nueva Alasia junto a Tobruk. Un viejo mendigo les había salido al paso entre el gentío, sucio y con el pelo y la barba llenos de ramitas y hojas, y les había advertido de la oscuridad que crecía en el corazón de Wilwood, antes de desaparecer misteriosamente… y no pudo evitar preguntarse si los mismos poderes antiguos que habían protegido a Morden no habrían guiado también su misión desde el principio.
Los enanos y los proscritos se separaron a unos pocas millas de Nueva Alasia. Quarion también se despidió de sus antiguos camaradas. Morden le había ofrecido un lugar en su banda, y el elfo lo había aceptado. Morayne también se iba con ellos. No podía soportar la idea de separarse de Jack una vez más, y prefería una vida como forajida en el bosque junto a él que vivir alejados de nuevo. Y las habilidades de la Bruja de Lindar podían ser de gran utilidad a un grupo de proscritos.
Antes de irse, Morden y Morayne hablaron en privado con los Escudos. Los dos jovenes les agradecieron una vez más todo lo que habían hecho por ellos, y antes de separarse, Jack les habló del Torneo de Roca Blanca, que estaba a punto de empezar, y del concurso de arquería que formaría parte de los juegos. Corría la voz de que el primer premio sería una magnífica flecha de plata. Por el brillo en sus ojos, los enanos adivinaron que el montaraz estaba intentando encontrar una manera de participar en el concurso a pesar de las advertencias de su dios, Herne. Estaba dispuesto a averiguar si aquella flecha era la legendaria Flecha de Plata, un ancestral icono místico de la Vieja Fe que desapareció durante la Conquista de Sarland ciento cincuenta años atrás. Tanto Morayne como los enanos intentaron persuadir al arquero de que, sin duda, se trataba de una trampa para capturarle, pero aquello no hizo cambiar de opinión al proscrito. Viendo que era inútil intentar convencerle, los Escudos de Piedra le prometieron que le ofrecerían toda la ayuda que pudieran desde dentro. Sonriendo torvamente, Sarthorn agregó que así descubrirían cual de los dos tenía mejor puntería.
Los cinco enanos vieron como el grupo de proscritos se alejaba campo a través, en dirección del refugio que proporcionaban los bosques. Cuando se hubieron perdido de vista, dieron la espalda a los vastos campos de las Tierras Reclamadas y se volvieron hacia las murallas de Nueva Alasia. Tenían una recompensa que reclamar, y mucha información que entregar, aunque no sabían a quien se la podían confiar. Y un Gran Torneo estaba a punto de empezar. El mago darkon había huido, probablemente a lomos de un dragón, pero aquel día, la victoria era suya. Sabían que volverían a enfrentarse a Arakh Zuul tarde o temprano, pero por el momento, habían dado a la Baronía un tiempo de paz y tranquilidad, libre de las maquinaciones del brujo darkon. Y habían ayudado a instalar una fuerza del bien en un lugar como Wilwood, que tanto la necesitaba. De alguna manera, parecía que las piezas de algún gran juego estaban siendo colocadas sobre el tablero, y que de aquella colocación podía depender el resultado de toda la partida. Pero no era momento para tales cavilaciones. Por la mañana empezaría el Gran Torneo, pero por aquel día, la hora de las hachas había pasado. La Compañía de los Escudos de Piedra había superado un terrible bautismo de fuego. Como un buen acero, se habían forjado en los fuegos de Alasia y templado bajo los golpes de todo cuanto aquellas tierras les había arrojado. Aquello bien merecía unas jarras de la cerveza de Gorstan, ¡por el Forjador de Almas!
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Aquí concluyen las Crónicas de Alasia. Al menos, en su forma actual. Me ha llevado un año justo relataros, a través de estas 77 entradas (¡qué bonita casualidad!), todo lo que ha dado de sí la campaña de Alasia durante estos más de seis años de juego. Empecé a usar ejemplos extraídos de mi propia mesa de juego para ilustrar y poner ejemplos durante el ciclo dedicado al sandbox. Aquellos ejemplos acabaron convirtiéndose en la larga serie que finaliza con esta entrada. Espero que la hayáis disfrutado tanto como yo al escribirle, y sobre todo al jugarla… y mi más sincera admiración a los valientes que se hayan leído las Crónicas de cabo a rabo. ¡A lo tonto me ha salido algo del tamaño de una novela!
Con esta entrada hemos alcanzado ya el presente de Alasia. A partir de ahora, nada está escrito y todo es posible. El Libro 1 de las Crónicas termina, pero el Libro 2 está preparado. El Gran Torneo está a punto de empezar, y todo indica que será un evento grandioso a todos los niveles. Nuevas búsquedas y aventuras están a punto de empezar, y quizá lleven a nuestros personajes a regiones hasta ahora inexploradas. Todo ello os lo seguiré contando, pero evidentemente, será a un ritmo mucho más pausado, al ritmo al que lo vayamos jugando. La parte positiva es que al escribir las nuevas Crónicas tendré las sesiones mucho más frescas, y por lo tanto, podré aportar muchos más comentarios masteriles y detalles jugosos.
Resumir la campaña por capítulos también me ha dado la oportunidad de reflexionar sobre su desarrollo. Alasia comenzó como un gran experimento a todos los niveles, y puedo decir que ha sido una de las campañas más satisfactorias que he dirigido en mi vida. Ver como se desplegaba todo poco a poco ante los ojos de los jugadores, cómo el transcurso de los acontecimientos me sorprendía incluso a mí en innumerables ocasiones, y dejar que el mundo cambiara y evolucionara en función a lo que ocurría sesión a sesión. Sin duda, el formato sandbox ha hecho posible una campaña verdaderamente coral, con una narrativa propia que se iba generando en el propio juego, a partir de las piezas diseminadas por el mapa y de las decisiones de los distintos grupos que la han protagonizado. Ha sido tremendamente gratificante como máster presenciar las andanzas de estos personajes que, desde mi lado de la barrera, he sentido como parte esencial de un mundo más vivo que nunca.
Y es que aunque estos seis años han sido tres meses en el mundo de juego, han sido tres meses rebosantes de aventura, exploración y acción. Los Exploradores de Wilwood desvelaron el siniestro culto a una ancestral entidad ctónica y desterraron a la encarnación del demonio de las tierras de los hombres. Abrieron el antiguo camino a través del bosque hasta llegar al Cauce Plateado, y rescataron a aristócratas humanos y seres feéricos por igual. Pasaron la noche como invitados de las hadas y vivieron para contarlo, y oyeron de antiguas leyendas que regresaban al presente desde la noche de los tiempos. Y descubrieron la maldición que pesa sobre el bosque, y se embarcaron en una nueva búsqueda para ponerle fin.
Los Portadores del Amuleto resolvieron el misterio del embrujo de la Posada del Agua, descubriendo un mal antiguo que debía ser detenido a toda costa. Recorrieron un oscuro camino en su cruzada para destruir la maligna reliquia que les llevó a las profundidades de la tierra, donde su lealtad y su valor fueron puestos a prueba hasta extremos que jamás habrían sospechado. Habían perdido compañeros y experimentado grandes cambios, y habían puesto en marcha acontecimientos que afectarían al futuro de toda la Baronía.
Los Escudos de Piedra habían investigado tenazmente el misterio de un fugitivo inocente e, incansables, habían dado caza a uno de los peores villanos que se ocultaban en las sombras de las Tierras Reclamadas. Habían librado a la región de peligrosos bandidos y habían destapado una oscura conspiración que amenazaba con acabar con la paz lograda en los últimos cuarenta años. Y se habían ganado una merecida fama como implacables cazadores de los enemigos de Alasia.
Muchos otros grupos dejaron su huella en la campaña, con mayor o menos fortuna. Han muerto personajes, otros han abandonado las armas y otros han evolucionado por sus vivencias. Hemos tenido de todo: batallas épicas y huidas desesperadas, victorias en el último momento y derrotas aplastantes, instantes de tensión ante el rodar de un dado, arrebatos de inspiración y momentos de roleo intenso. Y todo ello lo hemos disfrutado en torno a la mesa de juego, compartiendo risas, bromas y momentos de silencio ante una muerte inesperada.
Esto, compañeros, esto sólo lo consigue el rol. Espero haber sabido haceros llegar aunque sea una pequeña parte de todo ello.
Desde mi pequeño rincón tras la última frontera, os deseo a todos un muy feliz año nuevo, y ¡que los dados os sean propicios siempre!
Snif , snif…
Segunda temporada ya!!!!
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¡Habrá que ponerse a jugar como locos! 🙂
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Feliz año a ti también, y gracias por el regalazo que ha sido esta «novelización» de las Crónicas de Alasia. Ha sido de lo más entretenido a todos los niveles: por ver cómo se desarrollaban las aventuras de los héroes, por admirarse por tu maestría hilvanando diferentes tramas y, por qué no decirlo, por esbozar una sonrisa cómplice al reconocer algún truquillo de máster infalible.
Que tu pluma repose un tiempo, pero… ¡esperamos la continuación! 🙂
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Muchas gracias por estas palabras, ¡me siento realmente halagado! Yo también tengo ganas de ver como avanza la cosa; una de las cosas buenas de los sandbox es que el desarrollo de la campaña puede sorprender incluso al máster. ¡Me encanta tener que reaccionar a un giro que no había previsto! Eso sí, esos truquillos infalibles que no falten jajaja… ¡con lo socorridos que son! 🙂
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Que buen final de temporada. Han sido 77 entradas? En serio? Pues hasta se me ha hecho corto XDDD. Este blog, Hexplora y estas historias no sólo han servido para devolverme al rol después de más de diez años sino que en mi cabeza ya bullen las ideas para crear mi propio sandbox el año que viene, probablemente con Dungeon World. Por todo ello no puedo más que darte las gracias y pedirte que sigas con tan necesarias contribuciones al género, tanto en el blog como en Verkami. Estoy seguro de que somos muchos los que estaremos pendientes de las novedades. ¡Feliz año!
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¡Muchas gracias a ti! La verdad es que es enormemente gratificante haber contribuído, poco o mucho, a tu regreso al rol… cosas como esta son las que hacen que el trabajo dedicado a escribir este blog quede más que compensado y sea tan satisfactorio. ¡Espero oir más acerca de tu sandbox en DW! 🙂
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¡Bravo! Una serie muy interesante y un ejemplo de libro de lo que se puede llegar a conseguir con una buena campaña rolera :).
¿77 entradas, eh? ¡Ni hecho adrede! 😀
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¡Muchas gracias! 🙂 Pues la verdad es que ha sido totalmente casual, mi capacidad de anticipación no da para tanto. Pero no me digas que no ha quedado redondo, ¿eh?
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Feliz año, mucha suerte para el Libro II y muchas gracias por deleitarnos con la narración de esta magnífica campaña 🙂
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¡Muchas gracias, Ricardo! Espero que os haya resultado interesante a pesar de mi proclividad a extenderme, y también haber podido arrojar un poco de luz a cómo es mi estilo de dirigir y gestionar este tipo de campañas sandbox plurales y de largo recorrido.
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Feliz entrada de año y final de temporada de las Crónicas de Alasia. En los últimos 9 meses he ido devorando con gusto cada página del blog y siempre me quedaba con ganas de más, de lo magnífico que es esto.
No sólo eso, sino que me abriste los ojos a un tipo de juego que jamás conocí. Como uno de los mecenas de Hexplora!, aspiro a llegar alguna vez a los pies del nivel de esta campaña con los jugadores que tengo ahora.
Mi más sentida enhorabuena, y ahora sólo cabe preguntarse una cosa: cuándo comienza la segunda temporada? XD
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¡Muchísimas gracias! Da un gustazo enorme leer comentarios como el tuyo, ya que saber que hay quien espera un capítulo o entrada más alienta a seguir trabajando y narrando. Buena parte del mérito de la campaña también es de los jugadores, evidentemente, que dieron vida y alma a estos personajes sobre los que habéis podido leer. La segunda temporada la empezaremos a jugar en breve, y aunque por razones obvias no podré seguir con el mismo ritmo de dos entradas semanales, creo que a no mucho tardar tendré material para unas cuantas entradas más. A ver cómo sigue la cosa, porque ahora me toca masterear un gran torneo en el que van a converger todos los grupos a la vez… ¡Deseadme suerte!
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